Lidiar con hijos agresivos

La agresividad infantil, ¿cómo lidiar con ella?

¿Ha golpeado tu hijo a otros niños en la escuela? ¿Constantemente usa frases soeces? ¿Tiene actitudes de rechazo frente al compartir, querer o ser empático en ciertas situaciones? Todas estas son actitudes que tiene un niño agresivo. La agresividad infantil es un fenómeno que existe desde el principio de los tiempos, pero que se ha ido agrandando en una medida no poco preocupante.

Según la Revista Mexicana de análisis de la conducta, en un texto llamado Tratamiento cognitivo–conductual de la conducta agresiva infantil, definen la agresividad infantil en términos de una “conducta manifiesta del niño que implica destrucción, daño físico a otros, a él mismo, o a propiedades”.

Es angustiante ver a nuestro hijo no solo haciéndole daño a otros niños sino a él o ella misma. No podemos sino preguntarnos por qué tiene este tipo de conductas. Pues este tipo de conductas se dan principalmente en niños que no sienten que están recibiendo la atención que necesitan.

Un niño que se siente satisfecho con el amor y la atención que recibe en su casa, en su círculo familiar y en su escuela, será un niño que no necesitará de la agresividad para llamar la atención. Por supuesto, no es algo que veamos día a día, pues cada uno de nosotros, en cierta medida, necesitamos atención. El problema está en cuánta atención estamos enseñándole a nuestro hijo que necesita.

Por ejemplo, estamos con nuestra hija en la sala y ella está pintando con vinilos en una cartulina, uno de los vinilos se desliza de su mano y termina manchándose todo el vestido. Nosotros como padres la reprendemos y regañamos, le insistimos que eso no se hace y ahora ha manchado su vestido. La niña va a tener mucha atención sobre sí misma en una situación que no creó intencionalmente, ella solo estaba jugando.

Entonces, en otro momento, ella va a querer volver a tener esta atención y hará lo que sea para conseguirla: sea regando los vinilos porque sí o, en un caso extremo, mostrando conductas agresivas para ser reprendida y tener su atención de vuelta.

Cabe destacar un fragmento de un artículo de investigación de la Fundación Universitaria Católica del Norte llamado La agresividad infantil: una propuesta de intervención y prevención pedagógica desde la escuela: “los comportamientos agresivos son aprendidos de los modelos o referentes que niños, niñas y adolescente tienen en los diferentes escenarios que habitan, por ejemplo la familia, la escuela, la sociedad, los medios masivos de comunicación, los pares, entre otros”.

Hay muchos estudios que demuestran el nivel de retención de las imágenes violentas de películas y series en los niños. La mente de un infante es supremamente maleable y es en los primeros años de vida en donde forman las bases de sus personalidades en su mente. Es por esto que están expuestos a llenarse de información violenta, digamos gracias a la tecnología.

En internet se puede encontrar un sinfín de contenido violento que, con un clic, llega a las manos de nuestros hijos sin ningún problema. Las conductas en las películas de acción o ciertos dibujos animados que cuentan historias cargadas de ironía y bromas pesadas, crean un imaginario de mundo para los niños: creen que todo eso está bien, porque aún están formando el concepto del bien y el mal en sus cabezas.

Es por esto que debemos buscar técnicas como padres para enseñarle a nuestros hijos las diferencias entre lo que está bien y lo que está mal, pues es de esta forma que entenderán que deben discernir lo que ven en esas películas o dibujos animados violentos, y que la manera de socializar en la vida real no necesita de patadas y palabras soeces, sino de amor y comprensión.

El mismo estudio antes mencionado, nombra la importancia de tener en cuenta “el reconocimiento de sus circunstancias económicas, familiares y sociales y su historia de vida como posibilidad para entender los factores externos e internos de la vida del pequeño y cómo éstas circunstancias influyen en el desencadenamiento de actitudes agresivas en la adolescencia”.

Es posible, finalmente, que un niño esté pasando por una situación tensa en su hogar, y simplemente la agresividad sea su forma de canalizar el estrés. También es posible, por ejemplo, que un pequeño no haya comido bien hace días, y esta falta de alimentación puede siempre desencadenar en una actitud violenta.

Stella Velásquez - Master en Educación
Stella Velasquez

Early Childhood Retired Teacher
Master’s in Education
Master’s in Counseling- Individual Psychology
Counseling Adleriano

Educator & Certified Positive Discipline
Diplomado en Salud Mental Infantil

icon-whatsapp

Contacto