Alejar a nuestros hijos de las pantallas

Cómo Alejar a Nuestros Hijos de las Pantallas?

A veces, a la hora de moderar el entretenimiento, los padres son muy duros con sus hijos, especialmente porque no entienden el tiempo que pasan frente a las pantallas. Pero acá no queremos que se forme la tercera guerra mundial, al contrario, queremos que este problema sea manejable y ameno. No hay una fórmula para que los hijos dejen automáticamente las pantallas, y por eso primero hay que preguntarse cuáles son los valores que se chocan entre padres e hijos en estas situaciones.

A los padres les produce ansiedad que los hijos estén todo el día en las pantallas, y los chicos solo quieren divertirse jugando sus videojuegos o chateando con algún amigo. Tratar a los hijos mientras se tiene ansiedad no es una buena idea, porque solo se transmitirá una mala energía y se hará un juicio que el hijo no va a entender, y no va a sentir que esas palabras vienen del amor y de la compasión, sino de manera negativa.

Es cuestión de compasión, de entender que nuestros hijos no lo hacen por inconsciencia, que lo hacen porque les parece que están aprovechando su tiempo en algo útil y entretenido; esta actividad los motiva. Sin embargo, mucho tiempo en las pantallas nunca es bueno.

Tenemos que entender que las compañías de videojuegos y smartphones estudian muy bien los comportamientos de nuestros hijos para que se entretengan en ellas; a los chicos les cuesta encontrar una relevancia en la vida común luego de haber salido de jugar sus videojuegos y de las pantallas. Así que esto es un problema más grande de lo que parece.

Los padres pueden entender que los hijos tienen la posibilidad de invertir mucho mejor su tiempo, y por medio de la compasión pueden hacer que ellos vean ese potencial en su propio tiempo, y que comprendan que dejando las pantallas hay todo un mundo afuera que pueden aprovechar de una mejor manera.

El ideal es que los chicos encuentren un amigo, una persona que les comprende. Así que a la hora de alejar a nuestros hijos de las pantallas debemos intentar que no sea una batalla, que no sea un “ganan los padres – pierden los hijos”, sino que sea un sistema de empatía: el padre entiende que es una actividad divertida, que la otra realidad es irrelevante para el chico, pero que hay unas reglas, y como ya pasaron del tiempo establecido entonces es hora de dejarlo.

Y al mismo tiempo, asegurarles que los padres están allí para ellos en esos momentos en los que extrañan los videojuegos y se sienten aburridos, se les pueden proponer juegos o cualquier actividad que los conecte con la realidad y con sus papás. Así se fortalece la relación y el chico entiende que hay unas reglas, pero también que sus padres comprenden que para él son importantes las pantallas, porque hacen parte de una nueva generación que se comporta diferente.

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Juliana Loaiza

Comunicadora Social y Periodista

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