Adolescentes y Flexibilidad de Tiempo
Sobre los 14 años, nuestros hijos comienzan a pedirnos más espacio para salir con sus amigos. Es importante adelantarnos a este momento y comenzar a negociar con ellos hasta qué hora vemos prudente su salida. En concreto, hay un momento clave en el que es conveniente dar más autonomía en la hora de llegada a nuestros hijos y es cuando, a su juicio, empiezan las “provocaciones”. Estas pueden ser de distintos tipos: llegar más tarde de forma intencionada, mentir, e incumplir promesas. “Esas provocaciones hay que leerlas en clave de cambio. Todo esto lo pude ir viendo en mis hijos cuando fueron estaban en esta etapa.
El objetivo final es que el adolescente pase de acatar lo que el padre le diga, a tomar él la responsabilidad en la decisión, es decir, a ‘tomar la major decision’.Que decida cuándo estudiar o cuándo se va de fiesta. Los adolescentes no quieren ser obedientes, quieren ser responsables. Y nosotros queremos que nuestros hijos sean responsables, pero, en su día a día, buscan la autonimia.
Consejos para acordar horarios con nuestros adolescentes
Establecer un horario en función a sus responsabilidades. Debemos tener en cuenta su horario de estudio, de deporte, de las responsabilidades en el hogar… para que las salidas de nuestros hijos no interfieran con lo que tienen que hacer. Además, el horario debe adaptarse en función de su madurez, pues hay algunos con los que sugerir un horario es suficiente, pero en cambio otros necesitan que pactemos acuerdos. También es importante que a la hora de establecerlo tengamos presente el tiempo que suelen tardar en desplazarse desde el sitio en el que se encuentren hasta donde vivimos.
Controlar nuestros miedos. Si queremos fomentar su autocontrol, que será una pieza clave en su vida, hay que saber controlar nuestros miedos y nuestras preocupaciones, que siempre aparecen en el cerebro cuando este pierde el control. Estar fuera de casa implica que nuestros hijos se enfrenten a riesgos que no controlamos. Por eso, educar en el autocontrol y en la gestión de riesgos, implica aprender a dominar la necesidad de controlar.
Confiar en ellos. A medida que van creciendo, tenemos que confiar cada vez más para que el control que tenemos sobre ellos vaya disminuyendo progresivamente porque si no, no hay maduración, no hay aprendizaje de la responsabilidad. Hay que pasar del “no, no puedes salir porque estas muy chico” al ‘disfruta cariño, luego nos vemos.
No utilizar castigos, amenazas, ni broncas. Cada vez hay más evidencia científica que estas estrategias no fomentan la responsabilidad de los adolescentes. Todos son detectores de injusticias, y cuando perciben que se está siendo injustos con ellos, es cuando se empiezan a debilitar las relaciones de padre a hijo. Al final, las familias vienen a terapia diciéndome: “Lo tengo castigado con todo y ni así cambia”. Claro que no, no cambian porque el castigo no previene, el castigo empeora las situaciones.
Conocer su entorno y dónde van a ir. Una forma de los padres sentirnos mas tranquilos, es conocer a sus amigos y si es posible a sus padres, y los lugares que van a frecuentar. En este aspecto, la comunicación con ellos es fundamental.